La crueldad es la negación de la unidad de todos y un no lograr entender que cualquier acción contraria a otra se opone al todo, y es por tanto una acción contra la Unidad. Ningún hombre pondría en práctica sus efectos perniciosos contra sus allegados o seres queridos, y por la ley de la Unidad tenemos que desarrollarnos hasta entender que todos, por formar parte de un todo, han de sernos queridos y cercanos, hasta que incluso quienes no persigan evoquen sentimientos de amor y compasión.
El odio es lo contrario del Amor, el reverso de la Ley de la Creación. Es contrario a todo el esquema Divino y es una negación del Creador; lleva sólo a acciones y pensamientos adversos a la Unidad y opuestos a los dictados por el Amor.
El egoísmo es nuevamente una negación de la Unidad y de nuestro deber para con nuestros hermanos los hombres, al anteponer nuestros intereses al bien de la humanidad y al cuidado y protección de quienes nos rodean.
La ignorancia es el fracaso del aprendizaje, negarse a ver la Verdad cuando se nos ofrece la oportunidad, y lleva a muchos actos equivocados como los que sólo pueden existir en las tinieblas y no son posibles cuando nos rodea la luz de la Verdad y del Conocimiento.
La inestabilidad, la indecisión y la debilidad aparecen cuando la personalidad se niega a dejarse gobernar por el Ser Superior, y nos llevan a traicionar a los demás por culpa de nuestra debilidad. Tal condición no sería posible si tuviéramos en nosotros el Conocimiento de la Divinidad Inconquistable e Invencible que es en realidad nuestro ser.
La codicia lleva al deseo de poder. Es una negación de la libertad y de la individualidad de todas las almas. En lugar de reconocer que cada uno de nosotros está aquí para desarrollarse libremente en su propia línea según los dictados del alma solamente, para mejorar su individualidad y para trabajar con libertad y sin obstáculos, la personalidad codiciosa desea gobernar, moldear y mandar, usurpando el poder del Creador.
Ésos son ejemplos de enfermedad real, origen y base de todos nuestros sufrimientos y angustias. Cada uno de esos defectos, persevera en ellos pese a la voz de nuestro Ser Superior, producirá un conflicto que necesariamente se habrá de reflejar en el cuerpo físico, provocando un tipo específico de enfermedad.
Ahora podemos ver cómo cualquier tipo de enfermedad que podamos sufrir nos llevará a descubrir el defecto que yace bajo nuestra aflicción. Por ejemplo, el orgullo, que es arrogancia y rigidez de la mente, dará lugar a esas enfermedades que producen estados de rigidez y envaramiento del cuerpo. El dolor es el resultado de la crueldad, en tanto que el paciente aprende con su sufrimiento personal a no infligirlo a los demás, desde un punto de vista físico o mental. Las consecuencias del odio son la soledad, los enfados violentos e incontrolables, los tormentos mentales y la histeria. Las afecciones introspectivas -neurosis, neurastenia y condiciones semejantes-, que privan a la vida de tanta alegría, están provocadas por un excesivo egoísmo. La ignorancia y la falta de discernimiento traen sus dificultades propias a la vida cotidiana, y, además, si se da una persistencia en negarse a ver la verdad cuando se nos brinda la oportunidad, la consecuencia es una miopía y mala visión y audición defectuosa. La inestabilidad de la mente debe llevar en el cuerpo a la misma condición, son todos esos desórdenes que afectan al movimiento y a la coordinación. El resultado de la codicia y del dominio de los demás son esas enfermedades que harán de quien las padece un esclavo de su propio cuerpo, con los deseos y las ambiciones frenados por la enfermedad.
Por otra parte, la propia zona del cuerpo afectada no es casual, sino que concuerda con la ley de causa y efecto, y, una vez más será una guía para ayudamos. Por ejemplo, el corazón, la fuente de vida y por tanto de amor, se ve atacado especialmente cuando el lado amable de la naturaleza frente a la humanidad no se ha desarrollado o se ha utilizado equivocadamente; una mano afectada denota fracaso o error en la acción; al ser el cerebro el centro de control, si se ve afectado, eso indica falta de control en la personalidad, y así podemos seguir analizando las distintas manifestaciones de la ley de causa y efecto: Todos estamos dispuestos a admitir los muchos resultados que siguen a una explosión de ira, al golpe recibido con una mala noticia; si cosas triviales pueden afectar de ese modo al cuerpo, cuánto más grave y profundamente arraigado será un conflicto prolongado entre el alma y el cuerpo. ¿Cómo asombramos de que el resultado dé lugar a padecimientos tan graves como las enfermedades que hoy nos afligen?
Sin embargo, no hay por qué desesperar. La prevención y curación de la enfermedad se logrará descubriendo lo que falla en nosotros y erradicando ese defecto con el recto desarrollo de la virtud que la ha de destruir; no combatiendo el mal, sino aportando tal cantidad de' la virtud opuesta que quedará barrido de nuestras naturalezas"....
Este extracto del capìtulo 3 del libro Cùrese a usted mismo del Dr Edward Bach, es bàsico en el proceso de sanaciòn fìsica y espiritual. Si bien tenemos cada vez màs maravillosas herramientas, es necesario hacer una mirada sincera al espejo donde seguramente se reflejan nuestras "dificultades de vida". No hay nada que el Amor por nosotros y los demàs no pueda Trasmutar. Un abrazo en Luz, Lucia
No hay comentarios:
Publicar un comentario